Con sus codos
apoyados sobre la baranda del dugout escualo y un puro entre sus dedos, Oswaldo
Guillén Jr. admiraba la práctica de los Tiburones el pasado viernes. Un par de
metros a su derecha, su hermano Oney, recostado sobre la misma barda,
conversaba con viejos amigos como Wander Pérez y Johnny Celis, sonrisas iban y
venían.
Ninguno parecía
prestar mucha atención a los jardines, donde Ozney, el menor de los tres
hermanos, buscaba elevados que viajaran a su territorio en la práctica de
bateo. Quizás era un intento de no añadir presión a sus hombros, quizás
simplemente no era el momento; después de todo, el pequeño de los Guillén
tendría toda su atención una vez que se escuchara la voz de “play ball”.
Con sus tres
hijos repartidos en el terreno, Ozzie dirigía su entrenamiento con normalidad,
como si fuese cualquier otro día; solo que no lo era y la indiferencia que
reflejaba su rostro fue pronto opacada por sus palabras.
“Creo que el
hombre más feliz que hay en Venezuela soy yo”, señaló el dirigente escualo,
cuyas declaraciones parecían indicar que por momentos había abandonado dicho
rol para así enfocarse en el de padre orgulloso. “O por lo menos lo fui anoche
cuando vi a mis tres hijos. Son pocas las veces que estamos los cuatro juntos,
por muchas razones”.
Con escasas
horas en el país, Oswaldo Jr. y Oney también mostraban una actitud de “no se
trata de la gran cosa”, hasta que llegó el momento de hablar. De tal palo tal
astilla, dirían por allí.
“Es una cosa
bonita. Tenemos la oportunidad de estar en Venezuela en familia”, señaló
Oswaldo Jr., el mayor de los hijos del mandamás. “Y además, el orgullo de ver a
mi papá dirigir a Ozney…es algo que quizás nunca se repita”.
Si alguien sabe
lo difícil que puede ser coincidir con tu padre en tu terreno como jugador-mánager
es Oney, quien años atrás intentó uniformarse con La Guaira, a pesar de que
Ozzie no estaba ni cerca de ser el timonel en aquel entonces.
“Estaba listo
para debutar con el equipo grande, recuerdo que me habían puesto de fecha el 27
de diciembre, y entonces me lesioné uno de mis cuádriceps”, recordó Oney de
aquella experiencia en la Liga Paralela, misma que hoy le permite aconsejar a
su hermano. “Lo que le dije a Ozney es que apreciara lo que iba a vivir, que no
llegara con la mente cerrada. Digan lo que digan, vas a sentir presión porque
viene con el apellido, pero es parte de la vida y le dije que pasara lo que
pasara su familia lo iba a apoyar. Uno no le pidió nada de esto a Dios. Por ser hijo de
Oswaldo la gente lo va a pitar más posiblemente, pero lo mismo le pasa a
‘Cafecito’ (José Martínez, hijo de Carlos ‘Café’)”.
La preocupación
de Oney por la comodidad de su hermano fue tal que llegó a conversar con varios
de sus excompañeros y amigos en un intento por hacer más sencillo el camino.
“Todos los
compañeros que tiene mi hermano ahorita fueron mis compañeros también o
roommates como ‘Cafecito’, Gregory Infante, Celis, Wander Pérez, amigos míos a
los que les pedí que lo cuidaran para que estuviera bien”, contó Oney. “Pero
gracias a Dios ha encajado, tiene su respeto. A veces es una situación
complicada por quién es nuestro papá, pero creo que Ozney lo ha manejado muy
bien”.
Es una
preocupación que compartía Oswaldo Jr., quien hoy también se enorgullece al ver
cómo Ozney se ha comportado a la altura de la situación.
“Lo que ha hecho
en la Liga Independiente, lo difícil que se le ha hecho recibir una
oportunidad, tener el chance de venir a Venezuela, hacer el equipo a pesar de
que se recuperaba de una lesión, debutar y hacerlo de la forma en que lo hizo”,
señaló Oswaldo Jr. sobre Ozney, quien se estrenó con imparable en su primer
turno el pasado 8 de noviembre. “Ser el hijo de Oswaldo no lo ha hecho más
fácil, además está en un beisbol de un nivel bien alto. Verlo jugar tan cómodo
como lo ha hecho, estoy muy orgulloso de él”.
Oswaldo Jr., Ozney, Ozzie y Oney se reencontraron en la UCV / Andrés Espinoza |
Dicho aplomo
mostrado por Ozney, ese que tanto elogian sus hermanos, es posiblemente una de las
claves para su buen desempeño en el terreno hasta los momentos, aunque el
margen aún sea pequeño. Tras sus primeros ocho turnos en el circuito, el jardinero
de 24 años de edad acumuló promedio de .500 con un doble, una anotada y otra
remolcada.
“Siento
admiración, respeto, orgullo de que haya podido cumplir una meta y que no solo
esté aquí por ser el hijo de Ozzie Guillén, sino porque se ha ganado su puesto”,
continuó Oney. “Cuando le han dado la oportunidad le ha ido bien y tiene el
respeto de sus compañeros que es lo más importante. A mí me hubiese encantado
poder jugar con el equipo grande. Que Ozney pueda hacerlo es increíble y hasta
celoso estoy”, añadió entre risas.
Pero la
experiencia que les está regalando el beisbol y Tiburones a los Guillén es
demasiado especial como para pasar mucho tiempo conversando de números o de un
desempeño en el terreno. Tanto Oswaldo Jr., como Oney, tienen sus vidas hechas en
la ciudad de Chicago y pronto partirán de regreso.
“Oswaldito está
casado y cuando uno está casado la mujer es la que manda, aunque los hombres
digan que no”, señaló Ozzie con una sonrisa. “Le dieron permiso para que
viniera por una semana y la mamá está gozando”.
Una mamá, la
señora Ibis, quien estuvo presente en el estreno de Ozney y que guardó la
pelota de su primer hit, no sin antes mostrarla orgullosamente desde su
asiento.
“Mi mamá no era
tan fanática cuando estaba jugando mi papá, pero ahora con Ozney, por ser su
hijo, lo vive todo con más intensidad. Creo que son cosas de la vida que debes
compartir. Piensas que vas a vivir este momento por siempre, pero es algo que
quizás no ves nunca más. Es algo escrito en la historia”, expresó Oswaldo Jr.
A pesar de su
venidera partida a los Estados Unidos, los dos mayores de los Guillén no
ignoran un posible regreso a Venezuela, ni tampoco un futuro ligado a
Tiburones.
“En este momento
no es una meta porque no estoy trabajando en el beisbol ahorita”, comentó
Oswaldo Jr. sobre la posibilidad de formar parte de la directiva escuala en
algún punto. “Estoy terminando una maestría y trabajo en el mundo de las
finanzas en Estados Unidos, pero uno de mis mejores amigos es Jorge Velandia,
gerente del equipo, así que quizás en un futuro cuando el momento sea correcto.
Aquí no es nada fácil ser gerente, lo sé muy bien porque mi amigo (Luis) Amaro
es directivo de las Águilas. Obviamente también me tendría que mudar a
Venezuela y hablarlo con mi esposa, pero me encantaría. Si volviera a trabajar
con un equipo de beisbol, la primera opción sería Tiburones, una divisa que
quiero tanto y a la que le debemos tanto”.
Oney, por su
parte, admitió que ya ha comenzado a pavimentar ese camino.
“Mi hermano
(Oswaldo Jr.) y yo somos parte de la directiva de Tiburones, lo que pasa es que
no nos pagan”, indicó Oney antes de mostrar una sonrisa. “Cuando la gerencia
del equipo va a Chicago nos reunimos. Estemos donde estemos siempre andamos
pendientes de Tiburones. Es algo que nos nace, que nos importa, que nos duele”.
En cuanto a la
experiencia familiar fuera del coso de Los Chaguaramos, Ozzie tiene sus
críticas.
“Lo único malo
de que estén mis tres hijos aquí es que lo único que se habla es de pelota”,
comentó el dirigente campeón de la Serie Mundial en 2005. “Y Oswaldito que
también habla de política. Han sido unas conversaciones pésimas en las últimas
horas”.
Los hermanos
Guillén se declaran culpables.
“Mi mamá nos pidió
la otra vez que cambiáramos el tema del beisbol porque estábamos en familia”,
contó Oswaldo Jr. “Hablamos de cómo va a jugar Ozney, de que tampoco lo puede
jugar mucho y quitarle oportunidades a otros. En fin, con amantes del beisbol como
mi hermano Oney y como yo son cosas que siempre se van a hablar. El beisbol
siempre será parte de lo que todos hacemos, siempre estará en la conversación,
pero también es bonito estar aquí y compartir con toda la familia. Es gracias a
los Tiburones que estamos haciendo todo esto”.
¿La mejor parte
para los Guillén? Esta temporada quizás haya sido solo el comienzo de una
experiencia que se haga rutina a final de cada año.
“No creo que
esto sea cosa de un año”, señaló Oney con respecto al cargo de su padre como
mánager salado. “Siempre que mi papá esté feliz, y créanme que lo está en este
momento, nosotros también lo estaremos. Las cosas han marchado muy bien y todo
ha sido positivo”.
De este primer
capítulo en la pelota venezolana para los Guillén, el final de película no está
garantizado, pero mucho menos descartado.
“Ojalá el equipo
siga ganando, lleguemos a enero y haya un trofeo para que la fiesta sea más
grande. Es una cosa que la pones casi allí con ganar una Serie Mundial. Si
convives con mi papá todos los días y sabes lo que piensa, está muy agradecido
con el equipo y la gerencia, quiere darles ese título. ¿Qué más le hace falta a
Oswaldo Guillén? Como pelotero, coach y mánager habrá cumplido todas sus metas
y nosotros felices. Sería algo muy bonito”, cerró Oney.