miércoles, 23 de noviembre de 2016

Unión de sangre, pasión de Tiburón

Con sus codos apoyados sobre la baranda del dugout escualo y un puro entre sus dedos, Oswaldo Guillén Jr. admiraba la práctica de los Tiburones el pasado viernes. Un par de metros a su derecha, su hermano Oney, recostado sobre la misma barda, conversaba con viejos amigos como Wander Pérez y Johnny Celis, sonrisas iban y venían.

Ninguno parecía prestar mucha atención a los jardines, donde Ozney, el menor de los tres hermanos, buscaba elevados que viajaran a su territorio en la práctica de bateo. Quizás era un intento de no añadir presión a sus hombros, quizás simplemente no era el momento; después de todo, el pequeño de los Guillén tendría toda su atención una vez que se escuchara la voz de “play ball”.

Con sus tres hijos repartidos en el terreno, Ozzie dirigía su entrenamiento con normalidad, como si fuese cualquier otro día; solo que no lo era y la indiferencia que reflejaba su rostro fue pronto opacada por sus palabras.

“Creo que el hombre más feliz que hay en Venezuela soy yo”, señaló el dirigente escualo, cuyas declaraciones parecían indicar que por momentos había abandonado dicho rol para así enfocarse en el de padre orgulloso. “O por lo menos lo fui anoche cuando vi a mis tres hijos. Son pocas las veces que estamos los cuatro juntos, por muchas razones”.

Con escasas horas en el país, Oswaldo Jr. y Oney también mostraban una actitud de “no se trata de la gran cosa”, hasta que llegó el momento de hablar. De tal palo tal astilla, dirían por allí.

“Es una cosa bonita. Tenemos la oportunidad de estar en Venezuela en familia”, señaló Oswaldo Jr., el mayor de los hijos del mandamás. “Y además, el orgullo de ver a mi papá dirigir a Ozney…es algo que quizás nunca se repita”.

Si alguien sabe lo difícil que puede ser coincidir con tu padre en tu terreno como jugador-mánager es Oney, quien años atrás intentó uniformarse con La Guaira, a pesar de que Ozzie no estaba ni cerca de ser el timonel en aquel entonces.

“Estaba listo para debutar con el equipo grande, recuerdo que me habían puesto de fecha el 27 de diciembre, y entonces me lesioné uno de mis cuádriceps”, recordó Oney de aquella experiencia en la Liga Paralela, misma que hoy le permite aconsejar a su hermano. “Lo que le dije a Ozney es que apreciara lo que iba a vivir, que no llegara con la mente cerrada. Digan lo que digan, vas a sentir presión porque viene con el apellido, pero es parte de la vida y le dije que pasara lo que pasara su familia lo iba a apoyar. Uno no le pidió nada de esto a Dios. Por ser hijo de Oswaldo la gente lo va a pitar más posiblemente, pero lo mismo le pasa a ‘Cafecito’ (José Martínez, hijo de Carlos ‘Café’)”.

La preocupación de Oney por la comodidad de su hermano fue tal que llegó a conversar con varios de sus excompañeros y amigos en un intento por hacer más sencillo el camino.

“Todos los compañeros que tiene mi hermano ahorita fueron mis compañeros también o roommates como ‘Cafecito’, Gregory Infante, Celis, Wander Pérez, amigos míos a los que les pedí que lo cuidaran para que estuviera bien”, contó Oney. “Pero gracias a Dios ha encajado, tiene su respeto. A veces es una situación complicada por quién es nuestro papá, pero creo que Ozney lo ha manejado muy bien”.

Es una preocupación que compartía Oswaldo Jr., quien hoy también se enorgullece al ver cómo Ozney se ha comportado a la altura de la situación.

“Lo que ha hecho en la Liga Independiente, lo difícil que se le ha hecho recibir una oportunidad, tener el chance de venir a Venezuela, hacer el equipo a pesar de que se recuperaba de una lesión, debutar y hacerlo de la forma en que lo hizo”, señaló Oswaldo Jr. sobre Ozney, quien se estrenó con imparable en su primer turno el pasado 8 de noviembre. “Ser el hijo de Oswaldo no lo ha hecho más fácil, además está en un beisbol de un nivel bien alto. Verlo jugar tan cómodo como lo ha hecho, estoy muy orgulloso de él”.

Oswaldo Jr., Ozney, Ozzie y Oney se reencontraron en la UCV / Andrés Espinoza
Dicho aplomo mostrado por Ozney, ese que tanto elogian sus hermanos, es posiblemente una de las claves para su buen desempeño en el terreno hasta los momentos, aunque el margen aún sea pequeño. Tras sus primeros ocho turnos en el circuito, el jardinero de 24 años de edad acumuló promedio de .500 con un doble, una anotada y otra remolcada.

“Siento admiración, respeto, orgullo de que haya podido cumplir una meta y que no solo esté aquí por ser el hijo de Ozzie Guillén, sino porque se ha ganado su puesto”, continuó Oney. “Cuando le han dado la oportunidad le ha ido bien y tiene el respeto de sus compañeros que es lo más importante. A mí me hubiese encantado poder jugar con el equipo grande. Que Ozney pueda hacerlo es increíble y hasta celoso estoy”, añadió entre risas.

Pero la experiencia que les está regalando el beisbol y Tiburones a los Guillén es demasiado especial como para pasar mucho tiempo conversando de números o de un desempeño en el terreno. Tanto Oswaldo Jr., como Oney, tienen sus vidas hechas en la ciudad de Chicago y pronto partirán de regreso.

“Oswaldito está casado y cuando uno está casado la mujer es la que manda, aunque los hombres digan que no”, señaló Ozzie con una sonrisa. “Le dieron permiso para que viniera por una semana y la mamá está gozando”.

Una mamá, la señora Ibis, quien estuvo presente en el estreno de Ozney y que guardó la pelota de su primer hit, no sin antes mostrarla orgullosamente desde su asiento.

“Mi mamá no era tan fanática cuando estaba jugando mi papá, pero ahora con Ozney, por ser su hijo, lo vive todo con más intensidad. Creo que son cosas de la vida que debes compartir. Piensas que vas a vivir este momento por siempre, pero es algo que quizás no ves nunca más. Es algo escrito en la historia”, expresó Oswaldo Jr.

A pesar de su venidera partida a los Estados Unidos, los dos mayores de los Guillén no ignoran un posible regreso a Venezuela, ni tampoco un futuro ligado a Tiburones.

“En este momento no es una meta porque no estoy trabajando en el beisbol ahorita”, comentó Oswaldo Jr. sobre la posibilidad de formar parte de la directiva escuala en algún punto. “Estoy terminando una maestría y trabajo en el mundo de las finanzas en Estados Unidos, pero uno de mis mejores amigos es Jorge Velandia, gerente del equipo, así que quizás en un futuro cuando el momento sea correcto. Aquí no es nada fácil ser gerente, lo sé muy bien porque mi amigo (Luis) Amaro es directivo de las Águilas. Obviamente también me tendría que mudar a Venezuela y hablarlo con mi esposa, pero me encantaría. Si volviera a trabajar con un equipo de beisbol, la primera opción sería Tiburones, una divisa que quiero tanto y a la que le debemos tanto”.

Oney, por su parte, admitió que ya ha comenzado a pavimentar ese camino.

“Mi hermano (Oswaldo Jr.) y yo somos parte de la directiva de Tiburones, lo que pasa es que no nos pagan”, indicó Oney antes de mostrar una sonrisa. “Cuando la gerencia del equipo va a Chicago nos reunimos. Estemos donde estemos siempre andamos pendientes de Tiburones. Es algo que nos nace, que nos importa, que nos duele”.

En cuanto a la experiencia familiar fuera del coso de Los Chaguaramos, Ozzie tiene sus críticas.

“Lo único malo de que estén mis tres hijos aquí es que lo único que se habla es de pelota”, comentó el dirigente campeón de la Serie Mundial en 2005. “Y Oswaldito que también habla de política. Han sido unas conversaciones pésimas en las últimas horas”.

Los hermanos Guillén se declaran culpables.

“Mi mamá nos pidió la otra vez que cambiáramos el tema del beisbol porque estábamos en familia”, contó Oswaldo Jr. “Hablamos de cómo va a jugar Ozney, de que tampoco lo puede jugar mucho y quitarle oportunidades a otros. En fin, con amantes del beisbol como mi hermano Oney y como yo son cosas que siempre se van a hablar. El beisbol siempre será parte de lo que todos hacemos, siempre estará en la conversación, pero también es bonito estar aquí y compartir con toda la familia. Es gracias a los Tiburones que estamos haciendo todo esto”.

¿La mejor parte para los Guillén? Esta temporada quizás haya sido solo el comienzo de una experiencia que se haga rutina a final de cada año.

“No creo que esto sea cosa de un año”, señaló Oney con respecto al cargo de su padre como mánager salado. “Siempre que mi papá esté feliz, y créanme que lo está en este momento, nosotros también lo estaremos. Las cosas han marchado muy bien y todo ha sido positivo”.

De este primer capítulo en la pelota venezolana para los Guillén, el final de película no está garantizado, pero mucho menos descartado.

“Ojalá el equipo siga ganando, lleguemos a enero y haya un trofeo para que la fiesta sea más grande. Es una cosa que la pones casi allí con ganar una Serie Mundial. Si convives con mi papá todos los días y sabes lo que piensa, está muy agradecido con el equipo y la gerencia, quiere darles ese título. ¿Qué más le hace falta a Oswaldo Guillén? Como pelotero, coach y mánager habrá cumplido todas sus metas y nosotros felices. Sería algo muy bonito”, cerró Oney.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Siguiente en fila: Tiburones se impulsa de los Cubs

Piénselo un momento.

Parte baja del décimo inning, con Tiburones arriba ocho carreras por siete en el séptimo juego de la gran final ante las Águilas. Con el empate en primera y el zurdo Wander Pérez en la loma, José Pirela conecta un rodado manso que obliga al antesalista a atacar la pelota.

Con una sonrisa en su rostro mientras recoge la bola, tal como la mostrada por Kris Bryant el pasado 2 de noviembre en el Progessive Field, Alberto González hace la jugada de rutina y dispara a la inicial para completar el out más importante en la historia de su organización. Allí, sobre la primera base, Brock Stassi recibe la pelota en su mascotín y levanta los brazos en señal de victoria, de alivio, de satisfacción.

La maldición terminó, y es hora de celebrar.

Sí, estos primeros párrafos intentaron recrear lo ocurrido en el último juego de la Serie Mundial 2016 entre los Chicago Cubs y los Cleveland Indians, solo que esta vez ajustándolo a la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, y a su principal afectado por la sequía: los Tiburones de La Guaira.

No tiene que ocurrir de la misma manera; de hecho, quizás los escualos puedan ir un poco más allá y agregar lo único que hubiese hecho la celebración de los oseznos aún más emotiva: el factor localía, conseguirlo en casa, frente a su afición.

Por otro lado, tampoco tiene que ocurrir...en lo absoluto.

Pero la idea era imaginar ese último out que tanto esperan en la divisa salada, esa euforia que únicamente viene ligada con las palabras "por fin".

Tras el triunfo de los dirigidos por Joe Maddon en el pasado Clásico de Otoño, muchos aseguran que los de Ozzie Guillén son los siguientes en la fila para cortar maleficios. Algunos lo dicen de broma, otros no tanto.

"Creo que si pasó con los Cachorros, puede pasar con los Tiburones de La Guaira", señaló recientemente el lanzador escualo Edgmer Escalona. "Nada es imposible".

Escalona tuvo que retrasar su estreno este año por una lesión en el antebrazo derecho / El-Nacional.com
La "motivación"  generada por el triunfo de los Cubs que muchos utilizan como burla hacia el aficionado guairista, realmente ha tenido su efecto en el clubhouse del equipo, o cuando menos en parte de él.

"Creo que sí nos motiva", añadió Escalona. "A cualquier equipo le entra adrenalina al ver ese juego, cómo esa gente estaba abajo 3-1 (en la serie) y pudieron quedar campeones. ¿Por qué no La Guaira?".

Si bien la maldición en la parte norte de Chicago se extendió por 108 años, 78 más que lo que ha durado el maleficio litoralense, no es tan descabellado comparar un caso con el otro por el simple hecho de que la temporada en la pelota venezolana es mucho más corta que la de Grandes Ligas, donde la cantidad de equipos en competencia también es mucho mayor.

En pocas palabras, y aunque el término "fácil" no encaja en ningún deporte, la lógica dicta que ganar un título en las mayores es mucho más complejo que en cualquier liga invernal.

"A pesar de tantas cosas que hemos tenido, tantas oportunidades perdidas para ganar el campeonato, con la unión que tenemos y la experiencia de Ozzie, esta temporada se puede romper la maldición", continuó Escalona, quien espera incorporarse al róster salado a finales de este mes o comienzos del otro. "Tenemos tremendo equipo con muchos grandeligas como 'Cafecito' (José Martínez) que llegó este año, (Jorge) Alfaro, (José) Gil, (José) Castillo, Miguel Rojas y muchos otros que no he mencionado".

Peloteros que podrían convertirse en las versiones criollas de Addison Russell, Anthony Rizzo, Dexter Fowler, Ben Zobrist y Javier Báez.

"No hay mañana después de mañana. Si pierdes te vas a casa, si ganas eres un héroe", fue la frase que utilizó Rizzo previo a ese séptimo juego en Cleveland.

Para los Tiburones todavía hay un mañana, ganen o pierdan hoy; pero irse a casa sin un trofeo este año no parece ser opción, no cuando desde Chicago les afirman que hay luz al salir del Boquerón.