miércoles, 24 de octubre de 2018

El desconocido más conocido de la LVBP: José Duarte y su travesía de regreso a casa

En una de las organizaciones de beisbol más exitosas de todo el Caribe como los Leones del Caracas, es fácil asumir que hay varios nombres inolvidables para sus aficionados.

Bien sea por su jerarquía de grandeligas estelares, como los Omar Vizquel, Andrés Galarraga, y Bob Abreu; por su impacto en la pelota venezolana como Tomás Pérez o por su aguerrido estilo de juego como Wiklenman González.

¿Qué decir de los ligamayoristas quizás no tan estelares, pero siempre queridos y populares como Marco Scutaro y Alex González? Los de alto rango como el capitán Henry Blanco e incluso los del sobrenombre famoso como el "Guti", el "Beto" y "Bola Ocho".

Siempre hay nombres que se quedan grabados en la memoria de los fanáticos, solo que algunos firman en el recuerdo con una tinta de color más tenue.

Allí entra José Duarte, aquel cuarto jardinero con limitaciones ofensivas pero con un guante envidiable, que pasaba la mayor parte de sus días como melenudo esperando la etapa final de los juegos para entrar como sustituto defensivo en alguno de los bosques y que siempre se mantenía ansioso por la siguiente ocasión esporádica de aparecer en el lineup titular.

Duarte disputó 185 juegos en siete zafras con el Caracas / Prensa Leones
Duate jamás ha alcanzado las Grandes Ligas; de hecho, ni siquiera registra el centenar de juegos disputados en Triple A. Su impacto en la pelota venezolana ha sido modesto, se caracteriza por ser un jugador taciturno y no goza de un mote ampliamente reconocido.

Pero en sus siete temporadas con los metropolitanos, José Duarte se ganó un puesto en el recuerdo de la inmensa afición del club, porque de una u otra forma, siempre estuvo ahí, en los momentos duros y en los de mayor alegría también.

"Los fanáticos del Caracas son bastante difíciles, pero tuve la oportunidad de ganármelos y me apoyaron mucho", comentó Duarte recientemente, de vuelta en el Estadio Universitario previo a un juego de la LVBP por primera vez desde su último desafío con los Leones por allá en la 2013-2014.

Hoy, luego de cuatro temporadas de ausencia, Duarte puede volver a presumir de su presencia en el circuito local. El "Coso de Los Chaguaramos" sigue siendo su casa, aunque ahora rentó un locker en el anexo de la derecha.

"Ahora que estoy con Tiburones, todavía algunos aficionados me escriben diciéndome que sigo siendo caraquista y los de La Guaira me dicen que tengo que cambiar mis fotos (en las redes sociales), porque ahora pertenezco a su equipo", contó Duarte entre sonrisas.

El distanciamiento del patrullero oriundo de Santa Lucía no fue intencional. Una fractura de la tibia y peroné de su pierna izquierda estuvo a punto de llevarlo a la tierra del olvido de forma definitiva.

"La lesión fue bastante grave. Estaba jugando en la liga de Carora y lamentablemente choqué contra una pared de concreto", recordó Duarte. "Se me complicó la operación porque el cuerpo rechazaba el material que me estaban poniendo en la pierna y el hueso tardó en soldar. Como a los ocho meses fue que finalmente lo hizo y luego el proceso de rehabilitación también fue bastante largo".

Los problemas físicos alejaron cualquier tipo de interés de los conjuntos de la LVBP, pero Duarte consiguió asilo en otro circuito nacional.

"Estuve con la gente de Cacaoteros de Miranda y pude mantenerme ahí durante los últimos tres años", explicó el guardabosques sobre su pasantía por la Liga Bolivariana. "Allí fui recuperando un poco mis condiciones, hasta este momento donde ya estoy mejor".

Sin embargo, incluso en la LNBB, su lesión en la pierna amenazó varias veces con marginarlo.

"Como no me rehabilité bien, fue un poco fuerte. Cuando fuimos a los Juegos Centroamericanos, tuve una lesión en el abductor que se debió a la falta de fortalecimiento. Ya cuando me tocó ir a la final de la Bolivariana en Araure sí pude fortalecerme bien y recuperarme", dijo Duarte.

Y como parte de la pesadilla, los minutos que no transcurrían con alguna preocupación sobre su lesión, el excaraquista los empleaba dudando de si algún día podría volver a la LVBP.

"Claro, son cosas que no dejan de pasar por la mente, pensamientos malos", comentó Duarte. "Pero lograba sacarlos de mi cabeza también. Me decía a mí mismo que sí podía y a pesar de que a veces me sentía sin fuerza en las piernas, mantenía que era mi momento de recuperarme porque sabía que todavía tenía las condiciones para seguir jugando", agregó.

Entonces, el pesimismo comenzó a convertirse en aplausos de motivación y en empuje para seguir adelante; aplausos no solo internos, sino también de sus allegados.

"Fui campeón bate en la final de la Liga Bolivariana y mucha gente me decía que podía volver", señaló Duarte, quien poco después comenzó a tocar la puerta litoralense. "Mis jefes en Cacaoteros pudieron hablar con la gerencia de Tiburones y yo mismo les escribí también".

En vísperas de la 2018-2019, cuando parecía que su ausencia de la LVBP se prolongaría a una quinta campaña, el beisbol profesional venezolano le volvió a ofrecer una ventana.

"Hasta última hora, un domingo a las cinco de la tarde un día antes de las prácticas de pretemporada, me llamaron y me preguntaron si quería asistir y obvio no me iba a oponer a eso. Era lo que más quería, poder volver. Tenía cuatro largos años esperando", recapituló un emotivo Duarte.

Ahora todo estaba en sus manos. No había garantías. Como invitado en los entrenamientos escualos, Duarte tenía un par de semanas para demostrar no solo que estaba recuperado, sino que podía ser lo suficientemente útil para recalar en el roster del manager Oswaldo Guillén en el día inaugural.

A la callada, como de costumbre, Duarte volvió a estampar su firma en los planes.

"Me da escalofríos de solo recordarlo porque estábamos a la expectativa", indicó el patrullero sobre el momento en el que le fue informado que había hecho el equipo. "Trataba de sacármelo de la cabeza, hasta que un día antes de la inauguración firmé el contrato y sentí una satisfacción inmensa de poder decir que estaba de regreso en el terreno, poder darle esa alegría a mis padres y a todas las personas que de verdad me apoyaron".

El jardinero cambió de dugouts en la UCV / Prensa Tiburones
Pero no solo se trataba de agradecerle a personas, sino también a instituciones que abrieron sus puertas para recibir a aquel pelotero lastimado y desamparado.

"La constancia y el trabajo fueron las claves en mi tiempo en la Bolivariana, además de saber esperar el momento. Esa liga ha sido un trampolín para muchos peloteros y hay que prestarle atención porque cada año se pone mejor. Vienen muchos peloteros que juegan en México y otros países. Es una liga que va a ayudar a muchos que salen del beisbol por momentos", aseguró.

¿Cómo no agradecerle al Caracas también?

"Tengo tantos recuerdos lindos que me mantuvieron motivado a volver. La experiencia de haber estado con grandes jugadores. Estuve en la despedida de Omar Vizquel, compartí con el 'Guti' y Abreu en los jardines, los tres juntos. Mucha gente quisiera estar ahí y yo pude hacerlo", continuó Duarte. "Coincidí con el mismo José Castillo, que acaba de llegar a los mil hits en esta liga. Fue una experiencia bastante bonita y ni se diga de esa final que le ganamos a Magallanes en 2010. Esa ha sido una de las cosas más grandes que me ha pasado en el beisbol profesional".

En sus primeros cinco encuentros con Tiburones, divisa que lo emplea en un rol similar al que ha tenido en toda su carrera, Duarte ha probado ese valor que llevó a los melenudos a mantenerlo entre sus opciones semana tras semana, sin importar cuántos de los llamados "caballos" estuvieran presentes. El jardinero registró promedio de .333 puntos con cuatro remolcadas en sus nueve turnos inaugurales con el club, incluyendo aquel de la jornada del 14 de octubre ante los Cardenales, donde entró como corredor emergente en el séptimo acto y dos entradas más tarde sacudió un doble remolcador de la rayita del empate, poco antes de anotar la de dejar en el terreno a los crepusculares tras un wild pitch.

"Mi mayor problema en el beisbol siempre había sido el bateo y lo sigue siendo, pero toda esa experiencia que he ganado en los últimos años te enseña mucho. Esos momentos me han llevado a estar más concentrado y así poder buscar el pitcheo que quiero. La experiencia y el trabajo constante han tenido que ver mucho en mi mejora", señaló Duarte, quien no pierde la esperanza de encontrar un contrato fuera de las fronteras venezolanas.

Por ahora, quizás lo más próximo sea identificarse con algún sobrenombre que seguramente saldrá del sonido interno del Universitario en la voz de Atilano Hidalgo, animador de la escuadra salada.

"No es momento de decir que esto se acabó", sentenció.

jueves, 18 de octubre de 2018

Un adiós en penumbra: el extraño caso de Brian Burgamy

Brian Burgamy es el vivo recordatorio de que dejar una marca en el beisbol no es una tarea sencilla. Puedes hacer todo lo que te indica el manual y pensar que estás estampando una huella imborrable en la historia, incluso puedes ir más allá y coquetear con el capítulo del libro titulado "Más Valioso", y aún así despertar una mañana cualquiera listo para la siguiente página que marque el índice.

A veces el beisbol es injusto y olvida pronto. A veces no te permite el final perfecto a lo que con tanta ilusión empezaste. A veces, como en este caso, solo queda aferrarse al "fue bonito mientras duró".

En su primera experiencia en la pelota venezolana, por allá en la temporada 2015-2016, el ya veterano jardinero norteamericano dio inicio a lo que parecía una de esas historias a lo Josh Kroeger con el Caracas, Adonis García con el Magallanes o Tom Evans con Lara. Lo de Burgamy con La Guaira en verdad parecía ser el comienzo de algo bonito y duradero.

El patrullero oriundo de Oklahoma finalizó esa campaña con un promedio de .304 puntos en 50 juegos disputados, además de sumar 34 carreras remolcadas, 25 anotadas, siete dobles, un triple, ocho cuadrangulares, .415 de OBP, .500 de slugging y .915 de OPS. Números más que dignos de consideración para el prenio Víctor Davalillo, mismo que sí terminaría en la vitrina escuala esa zafra, pero de la mano de su compañero de equipo Alex Cabrera.

Esa exitosa camada de importados de los litoralenses de hace tres años, una de las más fructíferas en las últimas décadas para la organización, también vio brillar a debutantes como Alexis Candelario, Jaron Long y Ronnier Mustelier, pero Burgamy fue el único de ellos en volver para la 2016-2017.

El ambidiestro no perdió tiempo recogiendo la historia donde la había dejado y en 27 compromiso ligó otros siete dobles y un triple más, con seis vuelacercas, 17 fletadas, 18 anotadas y un respetable average de .276. En esta segunda experiencia, Burgamy incluso estaba marcando cifras superiores en slugging (.586) y OPS (.986), pero una lesión en su hombro derecho le puso fin a su temporada de forma prematura; y más impactante aún, también a su exitosa pasantía no solo con La Guaira, sino en toda la LVBP.

"Nunca más fui contactado por algún equipo de la liga", aseguró Burgamy recientemente.

Para un pelotero con un currículo corto, pero tan destacable en el circuito local como el del guardabosques, dicha reacción de indiferencia puede haber sido tan sorpresiva como la noticia de su cesanteo en plena celebración de la postemporada.

Durante su tiempo con La Guaira, Burgamy fue uno de los principales baluartes del club / AVS Photo Report
Luego de su lesión, Burgamy permaneció con Tiburones rehabilitándose por un tiempo, con la esperanza reincorporarse al roster del club más temprano que tarde. En su lugar, el toletero se encontró a sí mismo tomando un vuelo de regreso a casa mucho antes de lo previsto.

"Me disloqué el hombro de lanzar un par de semanas antes de los playoffs y me mantuve en Caracas trabajando fuerte para recuperarme lo suficiente como para volver a jugar. Llegué al punto en que era capaz de batear, pero no de lanzar", recordó el slugger con más de 16 años de experiencia en la pelota profesional. "Como no podía jugar en los jardines, ellos (la directiva) decidieron que era mejor que me fuera a casa. En ese momento no estaba de acuerdo con la decisión, pero ellos eran los encargados de tomarla, no yo".

Al momento del cesanteo, Burgamy manifestó públicamente su descontento al respecto, algo que pudo haber afectado sus posibilidades de repetir en la liga.

"No estoy seguro si eso tuvo algo que ver con mi chance de regresar y definitivamente espero que no haya sido así", señaló.

Tras su experiencia en Venezuela, Burgamy se uniformó con los New Jersey Jackals de la Asociación Canadiense Americana de Beisbol, un circuito independiente fundado en 2005 que cuenta con equipos del Noreste de los Estados Unidos y del Este de Canadá. Allí, el patrullero volvió a gozar a de éxito antes de una breve y poco atractiva segunda visita a la pelota invernal dominicana con los Gigantes del Cibao que cerró su ciclo como jugador activo.

"Estoy completamente retirado del juego como pelotero y ahora me estoy concentrando en mi nueva carrera como coach", comentó Burgamy, quien ya tiene su primera prueba en dicho rol y está de vuelta en el beisbol organizado, algo que no lograba desde 2015. "Recientemente fui nombrado como instructor de bateo de los Cardenales de la Liga de la Costa del Golfo (sucursal Rookie de San Luis) para esta venidera temporada. Voy a trabajar fuerte para ser lo mejor que pueda ser en esta capacidad, tal como lo hacía cuando jugaba", agregó.

Con nuevas responsabilidades y cosas en que pensar, Burgamy ya no pierde tiempo cuestionándose qué pasó o hasta dónde pudo haber llegado con los salados, pero siempre habrá segundos para recordar una experiencia que, de nuevo, fue buena mientras duró.

"La mejor parte de vivir esa aventura fue la fiel afición de Tiburones, que hizo de cada juego algo memorable", aseguró Burgamy. "Me sentí muy orgulloso y honrado de poder jugar para ellos".

Además, como en toda experiencia en una tierra ajena, las enseñanzas y vivencias van mucho más allá de un simple juego que tiene lugar entre líneas de cal.

"La experiencia de estar tan alejado de casa y fuera de mi zona de confort fue muy dura al comienzo, pero es algo que estoy muy agradecido de haber vivido. Poder experimentar otra cultura y sumergirme en ese mundo en verdad te permite entender lo que no entendías antes. Te das cuenta de que hay gente que tiene muy poco y aún así es más feliz que tantos que tienen mucho en mi país. Es una perspectiva más que necesaria", indicó el toletero.

En cuanto a su momento favorito dentro del terreno, Burgamy lo tiene muy claro.

"Hubo grandes momentos, pero si tengo que elegir uno en particular, me voy con ese juego de dos jonrones ante Caribes en los playoffs", señaló el norteamericano sobre la jornada que lo vio remolcar cinco carreras para comandar el pase de los salados a la semifinal.

A pocos meses de iniciar este nuevo rumbo en su carrera, Burgamy sigue sin descartar la posibilidad de volver a escuchar el sonar de la samba desde el dugout de la derecha del Estadio Universitario en algún punto.

"Si me llegan a considerar para una posición dentro del staff de coaches de Tiburones, sería todo un honor, aunque tendría que ser una buena situación no solo para mi, sino también para mi familia", advirtió.

Y, ¿quién sabe? Quizás la huella llegue a ser más duradera en esa función.

sábado, 13 de octubre de 2018

No-no: Anthony Lerew y su renuencia a perderlo todo

En el libro de vida de Anthony Lerew, el 12 de octubre de 2018 puede ser anotado en la misma página que aquel 21 de noviembre de 2010.

Poco importa si una de esas fechas convirtió al norteamericano en ídolo de la fanaticada más numerosa del país, en el azote más doloroso para su archirrival y en historia pura de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Sí, poco importa que en ese noviembre de hace ocho calendarios, Lerew, uniformado de magallanero, haya dejado sin hits, ni carreras a los Leones para convertirse en el decimosexto lanzador de todos los tiempos en alcanzar dicha hazaña en el circuito local.

Muy poco importa que este pasado viernes, en la jornada inaugural de la temporada 2018-2019, el diestro, ahora escualo de pie a cabeza, le haya permitido un cuadrangular a Franklin Gutiérrez en el regreso del jardinero al beisbol criollo. Lerew permitió una carrera más después de eso y terminó cargando con la derrota en un encuentro donde apenas pudo completar la mitad del camino que recorrió con mucho mayor éxito en aquella inolvidable noche en el José Bernardo Pérez frente al Caracas.

No importa porque en esta reciente celebración del Día de la Resistencia Indígena, el "Guti" no era el único que estaba retornando al terreno de juego, al deporte que lo enamoró desde niño.

Lerew regresó a la pelota venezolana luego de tres años / Prensa Tiburones

Por allá en 2015, con el York Revolution de la Atlantic League, Lerew lanzó lo que amenazó con ser el último pitcheo de su carrera e incluso de su vida.

Cuando se trata de lesiones, lo más importante para un lanzador es evitar a toda costa que el afectado sea alguno de sus brazos. El oriundo de Pennsylvania se salvó de esa; en su lugar, una de sus extremidades inferiores se llevó la daga.

"Me rompí la pierna izquierda", recordó Lerew a las afueras del dugout de los Tiburones este sábado.

Pero lo que en la mayoría de los casos es cuestión de un simple descanso de algunas semanas mientras se remueve el yeso o se recupera de una cirugía menor, en el exgrandeliga de los Braves y Royals fue el comienzo de la peor tortura por la que la vida lo ha hecho pasar.

"Tuve serios problemas con la pierna por una infección que me obligó a someterme a varias operaciones", explicó Lerew. "Fueron tantas las cirugías y las complicaciones que en verdad pensé que no solo iba a costarme mi carrera, sino también mi vida".

El mismo Lerew documentó algunos de los procesos quirúrgicos a los que fue sometido para salvar su pierna. El video que se muestra a continuación fue la tercera de 14 cirugías que necesitó el lanzador.



El dolor y estrés del largo proceso de rehabilitación llevó a Lerew al límite, donde surgieron momentos en los que simplemente se cansó de batallar.

"Cuando me operaron por vez número 14, le pedí al doctor que me cortara la pierna de una vez. No quería seguir padeciendo eso más", señaló el agotado veterano. "Pero el doctor me dijo que mantuviéramos la esperanza, que había que resistir un poco más y recuperar la paciencia. Gracias a Dios la decisión no fue mía".

Lerew no necesitó otra cirugía y su pierna finalmente superó la infección y completó el proceso de recuperación. Aún sin garantías de volver al beisbol, todo había valido la pena.

"Vencer una situación como esa te enseña mucho. Ya no ves la vida de la misma manera. Esa infección pudo costarme la pierna e incluso la vida si se propagaba. Siento que ha habido un cambio inmenso en mí. Aquí es donde te das cuenta de la inmensidad de Dios", comentó el lanzador.

Con sus dos piernas saludables, había llegado la hora de caminar hacia el diamante nuevamente. Un viejo amigo lo hizo más fácil.

"Luis Blasini fue la persona que me trajo cuando estaba con Magallanes y él mismo habló conmigo para esta posibilidad", indicó Lerew sobre el exgerente deportivo de los turcos y actual directivo de los escualos. "Me dijo que ahora estaba con Tiburones y yo le dije que no me importaba, que solo quería la oportunidad de regresar. He estado preparándome para conseguir este chance desde hace cuando menos año y medio".

No obstante, al igual que en el proceso de recuperación tras cada cirugía, Lerew tampoco estuvo solo en su preparación para volver al montículo. Una vez más tuvo compañía y qué clase de compañía.

"Estuve trabajando con Tim Hudson en su granja en Alabama", dijo Lerew sobre el retirado lanzador con 17 años de trayectoria en las Grandes Ligas. "Esa fue una experiencia muy enriquecedora. Imagínate, estamos hablando de un futuro miembro del Salón de la Fama".

De pronto, unos cuantos meses después, Lerew estaba otra vez sobre la lomita de un juego profesional en Venezuela, tierra donde su nombre es sinónimo de historia. El rival era Leones, aquella organización que había sometido a placer hace tanto tiempo.

Es como si la vida estuviese tratando de enamorarlo del beisbol otra vez.

En un día inaugural con La Guaira, con Blasini viendo de nuevo desde cerca, Lerew tuvo su primera apertura en tres años.

"Hubo momentos donde estaba en el montículo y no me lo creía. Ya no doy nada por hecho en la vida. No he vuelto a fumar, ni a beber desde lo que ocurrió con mi pierna, todo en un intento por hacer de mi vida algo mejor, por dejarle saber a Dios que entendí el mensaje", indicó Lerew, aquel lanzador que estuvo a punto de renunciar a su pierna, pero que hoy se rehúsa a abandonar un sueño. "Mi meta es poder regresar al beisbol en su totalidad. Quiero hacer esto durante todo el tiempo que pueda y si está entre las posibilidades, me fascinaría volver a las Grandes Ligas algún día".

Vaya historia esa sería. Vaya regreso que tuvo. Vaya fecha esa del 12 de octubre de 2018.