miércoles, 24 de octubre de 2018

El desconocido más conocido de la LVBP: José Duarte y su travesía de regreso a casa

En una de las organizaciones de beisbol más exitosas de todo el Caribe como los Leones del Caracas, es fácil asumir que hay varios nombres inolvidables para sus aficionados.

Bien sea por su jerarquía de grandeligas estelares, como los Omar Vizquel, Andrés Galarraga, y Bob Abreu; por su impacto en la pelota venezolana como Tomás Pérez o por su aguerrido estilo de juego como Wiklenman González.

¿Qué decir de los ligamayoristas quizás no tan estelares, pero siempre queridos y populares como Marco Scutaro y Alex González? Los de alto rango como el capitán Henry Blanco e incluso los del sobrenombre famoso como el "Guti", el "Beto" y "Bola Ocho".

Siempre hay nombres que se quedan grabados en la memoria de los fanáticos, solo que algunos firman en el recuerdo con una tinta de color más tenue.

Allí entra José Duarte, aquel cuarto jardinero con limitaciones ofensivas pero con un guante envidiable, que pasaba la mayor parte de sus días como melenudo esperando la etapa final de los juegos para entrar como sustituto defensivo en alguno de los bosques y que siempre se mantenía ansioso por la siguiente ocasión esporádica de aparecer en el lineup titular.

Duarte disputó 185 juegos en siete zafras con el Caracas / Prensa Leones
Duate jamás ha alcanzado las Grandes Ligas; de hecho, ni siquiera registra el centenar de juegos disputados en Triple A. Su impacto en la pelota venezolana ha sido modesto, se caracteriza por ser un jugador taciturno y no goza de un mote ampliamente reconocido.

Pero en sus siete temporadas con los metropolitanos, José Duarte se ganó un puesto en el recuerdo de la inmensa afición del club, porque de una u otra forma, siempre estuvo ahí, en los momentos duros y en los de mayor alegría también.

"Los fanáticos del Caracas son bastante difíciles, pero tuve la oportunidad de ganármelos y me apoyaron mucho", comentó Duarte recientemente, de vuelta en el Estadio Universitario previo a un juego de la LVBP por primera vez desde su último desafío con los Leones por allá en la 2013-2014.

Hoy, luego de cuatro temporadas de ausencia, Duarte puede volver a presumir de su presencia en el circuito local. El "Coso de Los Chaguaramos" sigue siendo su casa, aunque ahora rentó un locker en el anexo de la derecha.

"Ahora que estoy con Tiburones, todavía algunos aficionados me escriben diciéndome que sigo siendo caraquista y los de La Guaira me dicen que tengo que cambiar mis fotos (en las redes sociales), porque ahora pertenezco a su equipo", contó Duarte entre sonrisas.

El distanciamiento del patrullero oriundo de Santa Lucía no fue intencional. Una fractura de la tibia y peroné de su pierna izquierda estuvo a punto de llevarlo a la tierra del olvido de forma definitiva.

"La lesión fue bastante grave. Estaba jugando en la liga de Carora y lamentablemente choqué contra una pared de concreto", recordó Duarte. "Se me complicó la operación porque el cuerpo rechazaba el material que me estaban poniendo en la pierna y el hueso tardó en soldar. Como a los ocho meses fue que finalmente lo hizo y luego el proceso de rehabilitación también fue bastante largo".

Los problemas físicos alejaron cualquier tipo de interés de los conjuntos de la LVBP, pero Duarte consiguió asilo en otro circuito nacional.

"Estuve con la gente de Cacaoteros de Miranda y pude mantenerme ahí durante los últimos tres años", explicó el guardabosques sobre su pasantía por la Liga Bolivariana. "Allí fui recuperando un poco mis condiciones, hasta este momento donde ya estoy mejor".

Sin embargo, incluso en la LNBB, su lesión en la pierna amenazó varias veces con marginarlo.

"Como no me rehabilité bien, fue un poco fuerte. Cuando fuimos a los Juegos Centroamericanos, tuve una lesión en el abductor que se debió a la falta de fortalecimiento. Ya cuando me tocó ir a la final de la Bolivariana en Araure sí pude fortalecerme bien y recuperarme", dijo Duarte.

Y como parte de la pesadilla, los minutos que no transcurrían con alguna preocupación sobre su lesión, el excaraquista los empleaba dudando de si algún día podría volver a la LVBP.

"Claro, son cosas que no dejan de pasar por la mente, pensamientos malos", comentó Duarte. "Pero lograba sacarlos de mi cabeza también. Me decía a mí mismo que sí podía y a pesar de que a veces me sentía sin fuerza en las piernas, mantenía que era mi momento de recuperarme porque sabía que todavía tenía las condiciones para seguir jugando", agregó.

Entonces, el pesimismo comenzó a convertirse en aplausos de motivación y en empuje para seguir adelante; aplausos no solo internos, sino también de sus allegados.

"Fui campeón bate en la final de la Liga Bolivariana y mucha gente me decía que podía volver", señaló Duarte, quien poco después comenzó a tocar la puerta litoralense. "Mis jefes en Cacaoteros pudieron hablar con la gerencia de Tiburones y yo mismo les escribí también".

En vísperas de la 2018-2019, cuando parecía que su ausencia de la LVBP se prolongaría a una quinta campaña, el beisbol profesional venezolano le volvió a ofrecer una ventana.

"Hasta última hora, un domingo a las cinco de la tarde un día antes de las prácticas de pretemporada, me llamaron y me preguntaron si quería asistir y obvio no me iba a oponer a eso. Era lo que más quería, poder volver. Tenía cuatro largos años esperando", recapituló un emotivo Duarte.

Ahora todo estaba en sus manos. No había garantías. Como invitado en los entrenamientos escualos, Duarte tenía un par de semanas para demostrar no solo que estaba recuperado, sino que podía ser lo suficientemente útil para recalar en el roster del manager Oswaldo Guillén en el día inaugural.

A la callada, como de costumbre, Duarte volvió a estampar su firma en los planes.

"Me da escalofríos de solo recordarlo porque estábamos a la expectativa", indicó el patrullero sobre el momento en el que le fue informado que había hecho el equipo. "Trataba de sacármelo de la cabeza, hasta que un día antes de la inauguración firmé el contrato y sentí una satisfacción inmensa de poder decir que estaba de regreso en el terreno, poder darle esa alegría a mis padres y a todas las personas que de verdad me apoyaron".

El jardinero cambió de dugouts en la UCV / Prensa Tiburones
Pero no solo se trataba de agradecerle a personas, sino también a instituciones que abrieron sus puertas para recibir a aquel pelotero lastimado y desamparado.

"La constancia y el trabajo fueron las claves en mi tiempo en la Bolivariana, además de saber esperar el momento. Esa liga ha sido un trampolín para muchos peloteros y hay que prestarle atención porque cada año se pone mejor. Vienen muchos peloteros que juegan en México y otros países. Es una liga que va a ayudar a muchos que salen del beisbol por momentos", aseguró.

¿Cómo no agradecerle al Caracas también?

"Tengo tantos recuerdos lindos que me mantuvieron motivado a volver. La experiencia de haber estado con grandes jugadores. Estuve en la despedida de Omar Vizquel, compartí con el 'Guti' y Abreu en los jardines, los tres juntos. Mucha gente quisiera estar ahí y yo pude hacerlo", continuó Duarte. "Coincidí con el mismo José Castillo, que acaba de llegar a los mil hits en esta liga. Fue una experiencia bastante bonita y ni se diga de esa final que le ganamos a Magallanes en 2010. Esa ha sido una de las cosas más grandes que me ha pasado en el beisbol profesional".

En sus primeros cinco encuentros con Tiburones, divisa que lo emplea en un rol similar al que ha tenido en toda su carrera, Duarte ha probado ese valor que llevó a los melenudos a mantenerlo entre sus opciones semana tras semana, sin importar cuántos de los llamados "caballos" estuvieran presentes. El jardinero registró promedio de .333 puntos con cuatro remolcadas en sus nueve turnos inaugurales con el club, incluyendo aquel de la jornada del 14 de octubre ante los Cardenales, donde entró como corredor emergente en el séptimo acto y dos entradas más tarde sacudió un doble remolcador de la rayita del empate, poco antes de anotar la de dejar en el terreno a los crepusculares tras un wild pitch.

"Mi mayor problema en el beisbol siempre había sido el bateo y lo sigue siendo, pero toda esa experiencia que he ganado en los últimos años te enseña mucho. Esos momentos me han llevado a estar más concentrado y así poder buscar el pitcheo que quiero. La experiencia y el trabajo constante han tenido que ver mucho en mi mejora", señaló Duarte, quien no pierde la esperanza de encontrar un contrato fuera de las fronteras venezolanas.

Por ahora, quizás lo más próximo sea identificarse con algún sobrenombre que seguramente saldrá del sonido interno del Universitario en la voz de Atilano Hidalgo, animador de la escuadra salada.

"No es momento de decir que esto se acabó", sentenció.

jueves, 18 de octubre de 2018

Un adiós en penumbra: el extraño caso de Brian Burgamy

Brian Burgamy es el vivo recordatorio de que dejar una marca en el beisbol no es una tarea sencilla. Puedes hacer todo lo que te indica el manual y pensar que estás estampando una huella imborrable en la historia, incluso puedes ir más allá y coquetear con el capítulo del libro titulado "Más Valioso", y aún así despertar una mañana cualquiera listo para la siguiente página que marque el índice.

A veces el beisbol es injusto y olvida pronto. A veces no te permite el final perfecto a lo que con tanta ilusión empezaste. A veces, como en este caso, solo queda aferrarse al "fue bonito mientras duró".

En su primera experiencia en la pelota venezolana, por allá en la temporada 2015-2016, el ya veterano jardinero norteamericano dio inicio a lo que parecía una de esas historias a lo Josh Kroeger con el Caracas, Adonis García con el Magallanes o Tom Evans con Lara. Lo de Burgamy con La Guaira en verdad parecía ser el comienzo de algo bonito y duradero.

El patrullero oriundo de Oklahoma finalizó esa campaña con un promedio de .304 puntos en 50 juegos disputados, además de sumar 34 carreras remolcadas, 25 anotadas, siete dobles, un triple, ocho cuadrangulares, .415 de OBP, .500 de slugging y .915 de OPS. Números más que dignos de consideración para el prenio Víctor Davalillo, mismo que sí terminaría en la vitrina escuala esa zafra, pero de la mano de su compañero de equipo Alex Cabrera.

Esa exitosa camada de importados de los litoralenses de hace tres años, una de las más fructíferas en las últimas décadas para la organización, también vio brillar a debutantes como Alexis Candelario, Jaron Long y Ronnier Mustelier, pero Burgamy fue el único de ellos en volver para la 2016-2017.

El ambidiestro no perdió tiempo recogiendo la historia donde la había dejado y en 27 compromiso ligó otros siete dobles y un triple más, con seis vuelacercas, 17 fletadas, 18 anotadas y un respetable average de .276. En esta segunda experiencia, Burgamy incluso estaba marcando cifras superiores en slugging (.586) y OPS (.986), pero una lesión en su hombro derecho le puso fin a su temporada de forma prematura; y más impactante aún, también a su exitosa pasantía no solo con La Guaira, sino en toda la LVBP.

"Nunca más fui contactado por algún equipo de la liga", aseguró Burgamy recientemente.

Para un pelotero con un currículo corto, pero tan destacable en el circuito local como el del guardabosques, dicha reacción de indiferencia puede haber sido tan sorpresiva como la noticia de su cesanteo en plena celebración de la postemporada.

Durante su tiempo con La Guaira, Burgamy fue uno de los principales baluartes del club / AVS Photo Report
Luego de su lesión, Burgamy permaneció con Tiburones rehabilitándose por un tiempo, con la esperanza reincorporarse al roster del club más temprano que tarde. En su lugar, el toletero se encontró a sí mismo tomando un vuelo de regreso a casa mucho antes de lo previsto.

"Me disloqué el hombro de lanzar un par de semanas antes de los playoffs y me mantuve en Caracas trabajando fuerte para recuperarme lo suficiente como para volver a jugar. Llegué al punto en que era capaz de batear, pero no de lanzar", recordó el slugger con más de 16 años de experiencia en la pelota profesional. "Como no podía jugar en los jardines, ellos (la directiva) decidieron que era mejor que me fuera a casa. En ese momento no estaba de acuerdo con la decisión, pero ellos eran los encargados de tomarla, no yo".

Al momento del cesanteo, Burgamy manifestó públicamente su descontento al respecto, algo que pudo haber afectado sus posibilidades de repetir en la liga.

"No estoy seguro si eso tuvo algo que ver con mi chance de regresar y definitivamente espero que no haya sido así", señaló.

Tras su experiencia en Venezuela, Burgamy se uniformó con los New Jersey Jackals de la Asociación Canadiense Americana de Beisbol, un circuito independiente fundado en 2005 que cuenta con equipos del Noreste de los Estados Unidos y del Este de Canadá. Allí, el patrullero volvió a gozar a de éxito antes de una breve y poco atractiva segunda visita a la pelota invernal dominicana con los Gigantes del Cibao que cerró su ciclo como jugador activo.

"Estoy completamente retirado del juego como pelotero y ahora me estoy concentrando en mi nueva carrera como coach", comentó Burgamy, quien ya tiene su primera prueba en dicho rol y está de vuelta en el beisbol organizado, algo que no lograba desde 2015. "Recientemente fui nombrado como instructor de bateo de los Cardenales de la Liga de la Costa del Golfo (sucursal Rookie de San Luis) para esta venidera temporada. Voy a trabajar fuerte para ser lo mejor que pueda ser en esta capacidad, tal como lo hacía cuando jugaba", agregó.

Con nuevas responsabilidades y cosas en que pensar, Burgamy ya no pierde tiempo cuestionándose qué pasó o hasta dónde pudo haber llegado con los salados, pero siempre habrá segundos para recordar una experiencia que, de nuevo, fue buena mientras duró.

"La mejor parte de vivir esa aventura fue la fiel afición de Tiburones, que hizo de cada juego algo memorable", aseguró Burgamy. "Me sentí muy orgulloso y honrado de poder jugar para ellos".

Además, como en toda experiencia en una tierra ajena, las enseñanzas y vivencias van mucho más allá de un simple juego que tiene lugar entre líneas de cal.

"La experiencia de estar tan alejado de casa y fuera de mi zona de confort fue muy dura al comienzo, pero es algo que estoy muy agradecido de haber vivido. Poder experimentar otra cultura y sumergirme en ese mundo en verdad te permite entender lo que no entendías antes. Te das cuenta de que hay gente que tiene muy poco y aún así es más feliz que tantos que tienen mucho en mi país. Es una perspectiva más que necesaria", indicó el toletero.

En cuanto a su momento favorito dentro del terreno, Burgamy lo tiene muy claro.

"Hubo grandes momentos, pero si tengo que elegir uno en particular, me voy con ese juego de dos jonrones ante Caribes en los playoffs", señaló el norteamericano sobre la jornada que lo vio remolcar cinco carreras para comandar el pase de los salados a la semifinal.

A pocos meses de iniciar este nuevo rumbo en su carrera, Burgamy sigue sin descartar la posibilidad de volver a escuchar el sonar de la samba desde el dugout de la derecha del Estadio Universitario en algún punto.

"Si me llegan a considerar para una posición dentro del staff de coaches de Tiburones, sería todo un honor, aunque tendría que ser una buena situación no solo para mi, sino también para mi familia", advirtió.

Y, ¿quién sabe? Quizás la huella llegue a ser más duradera en esa función.

sábado, 13 de octubre de 2018

No-no: Anthony Lerew y su renuencia a perderlo todo

En el libro de vida de Anthony Lerew, el 12 de octubre de 2018 puede ser anotado en la misma página que aquel 21 de noviembre de 2010.

Poco importa si una de esas fechas convirtió al norteamericano en ídolo de la fanaticada más numerosa del país, en el azote más doloroso para su archirrival y en historia pura de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Sí, poco importa que en ese noviembre de hace ocho calendarios, Lerew, uniformado de magallanero, haya dejado sin hits, ni carreras a los Leones para convertirse en el decimosexto lanzador de todos los tiempos en alcanzar dicha hazaña en el circuito local.

Muy poco importa que este pasado viernes, en la jornada inaugural de la temporada 2018-2019, el diestro, ahora escualo de pie a cabeza, le haya permitido un cuadrangular a Franklin Gutiérrez en el regreso del jardinero al beisbol criollo. Lerew permitió una carrera más después de eso y terminó cargando con la derrota en un encuentro donde apenas pudo completar la mitad del camino que recorrió con mucho mayor éxito en aquella inolvidable noche en el José Bernardo Pérez frente al Caracas.

No importa porque en esta reciente celebración del Día de la Resistencia Indígena, el "Guti" no era el único que estaba retornando al terreno de juego, al deporte que lo enamoró desde niño.

Lerew regresó a la pelota venezolana luego de tres años / Prensa Tiburones

Por allá en 2015, con el York Revolution de la Atlantic League, Lerew lanzó lo que amenazó con ser el último pitcheo de su carrera e incluso de su vida.

Cuando se trata de lesiones, lo más importante para un lanzador es evitar a toda costa que el afectado sea alguno de sus brazos. El oriundo de Pennsylvania se salvó de esa; en su lugar, una de sus extremidades inferiores se llevó la daga.

"Me rompí la pierna izquierda", recordó Lerew a las afueras del dugout de los Tiburones este sábado.

Pero lo que en la mayoría de los casos es cuestión de un simple descanso de algunas semanas mientras se remueve el yeso o se recupera de una cirugía menor, en el exgrandeliga de los Braves y Royals fue el comienzo de la peor tortura por la que la vida lo ha hecho pasar.

"Tuve serios problemas con la pierna por una infección que me obligó a someterme a varias operaciones", explicó Lerew. "Fueron tantas las cirugías y las complicaciones que en verdad pensé que no solo iba a costarme mi carrera, sino también mi vida".

El mismo Lerew documentó algunos de los procesos quirúrgicos a los que fue sometido para salvar su pierna. El video que se muestra a continuación fue la tercera de 14 cirugías que necesitó el lanzador.



El dolor y estrés del largo proceso de rehabilitación llevó a Lerew al límite, donde surgieron momentos en los que simplemente se cansó de batallar.

"Cuando me operaron por vez número 14, le pedí al doctor que me cortara la pierna de una vez. No quería seguir padeciendo eso más", señaló el agotado veterano. "Pero el doctor me dijo que mantuviéramos la esperanza, que había que resistir un poco más y recuperar la paciencia. Gracias a Dios la decisión no fue mía".

Lerew no necesitó otra cirugía y su pierna finalmente superó la infección y completó el proceso de recuperación. Aún sin garantías de volver al beisbol, todo había valido la pena.

"Vencer una situación como esa te enseña mucho. Ya no ves la vida de la misma manera. Esa infección pudo costarme la pierna e incluso la vida si se propagaba. Siento que ha habido un cambio inmenso en mí. Aquí es donde te das cuenta de la inmensidad de Dios", comentó el lanzador.

Con sus dos piernas saludables, había llegado la hora de caminar hacia el diamante nuevamente. Un viejo amigo lo hizo más fácil.

"Luis Blasini fue la persona que me trajo cuando estaba con Magallanes y él mismo habló conmigo para esta posibilidad", indicó Lerew sobre el exgerente deportivo de los turcos y actual directivo de los escualos. "Me dijo que ahora estaba con Tiburones y yo le dije que no me importaba, que solo quería la oportunidad de regresar. He estado preparándome para conseguir este chance desde hace cuando menos año y medio".

No obstante, al igual que en el proceso de recuperación tras cada cirugía, Lerew tampoco estuvo solo en su preparación para volver al montículo. Una vez más tuvo compañía y qué clase de compañía.

"Estuve trabajando con Tim Hudson en su granja en Alabama", dijo Lerew sobre el retirado lanzador con 17 años de trayectoria en las Grandes Ligas. "Esa fue una experiencia muy enriquecedora. Imagínate, estamos hablando de un futuro miembro del Salón de la Fama".

De pronto, unos cuantos meses después, Lerew estaba otra vez sobre la lomita de un juego profesional en Venezuela, tierra donde su nombre es sinónimo de historia. El rival era Leones, aquella organización que había sometido a placer hace tanto tiempo.

Es como si la vida estuviese tratando de enamorarlo del beisbol otra vez.

En un día inaugural con La Guaira, con Blasini viendo de nuevo desde cerca, Lerew tuvo su primera apertura en tres años.

"Hubo momentos donde estaba en el montículo y no me lo creía. Ya no doy nada por hecho en la vida. No he vuelto a fumar, ni a beber desde lo que ocurrió con mi pierna, todo en un intento por hacer de mi vida algo mejor, por dejarle saber a Dios que entendí el mensaje", indicó Lerew, aquel lanzador que estuvo a punto de renunciar a su pierna, pero que hoy se rehúsa a abandonar un sueño. "Mi meta es poder regresar al beisbol en su totalidad. Quiero hacer esto durante todo el tiempo que pueda y si está entre las posibilidades, me fascinaría volver a las Grandes Ligas algún día".

Vaya historia esa sería. Vaya regreso que tuvo. Vaya fecha esa del 12 de octubre de 2018.

sábado, 25 de marzo de 2017

Cafecito: "Es la mejor noticia desde tener a mi hijo en las manos"

Una de las frases motivacionales más comunes entre peloteros suele ser esa que reza "el trabajo duro siempre da sus frutos". A veces la cosecha puede tardar más de la cuenta, pero siempre hay recompensa.

La carrera de José Alberto Martínez es prueba de muchas cosas, entre ellas la veracidad de tal afirmación.

Después de una década entre granjas de las menores y ligas independientes, el venezolano recibió el llamado de los St. Louis Cardinals para debutar en las mayores el pasado mes de septiembre. El viernes, en medio de un tórrido spring training, apenas su segundo en un complejo ligamayorista, Martínez fue llamado a la oficina del mánager para recibir una noticia soñada: estará en el roster de los pájaros rojos para el día inaugural, su primero en MLB.

"Es la mejor noticia desde tener a mi hijo en las manos", señaló Martínez vía telefónica. "Gracias a Dios se dio todo. Ha sido mucho esfuerzo y varias cosas que se han presentado en el camino, pero seguimos optimistas y el trabajo duro paga. En estos últimos dos, tres años estoy viendo los resultados".

El guardabosques fue catalogado por su mánager como uno de los MVPs del equipo en esta primavera / St. Louis Post-Dispatch
Si bien llegó a la primavera con una opción remota de hacer el equipo, el varguense ligaba para .378 tras la jornada del viernes y registraba 13 remolcadas y cuatro vuelacercas, ambos topes en su divisa.

"Era algo que quería mucho", continuó Martínez, a quien se le hizo difícil comparar dicha noticia con la recibida en septiembre sobre su ascenso. "Ambas fueron tremendas. Llena bastante porque me considero una persona que ha trabajado por lo suyo y fui por encima de todo lo que han dicho y de las personas que trataron  de bloquear mi carrera. Eso fue lo que más me ayudó y me dio fuerzas para seguir batallando. Las dos han sido muy especiales y así será para el resto de mi vida", añadió.

No obstante, la lucha aún es joven.

"Esto no quiere decir que ya me gané estar en MLB por mucho tiempo. Ahora toca seguir adelante. No se ha terminado el trabajo", aseguró el hijo del expelotero Carlos "Café" Martínez.

Su madre, la señora Evelyn, también está al tanto de que la batalla continúa, pero con la pista de obstáculos que ha tenido que superar José Alberto para ganarse este boleto rumbo al Busch Stadium para el próximo 2 de abril, es inevitable mirar atrás y sonreír.

"Estoy sumamente orgullosa y muy feliz por este gran logro de mi hijo. Él mismo me llamó para darme la agradable noticia", señaló la emocionada madre del otro lado del teléfono, antes de recordar parte de la odisea vivida previamente. "Aunque gracias a Dios tuve la oportunidad de viajar y estar con él, lo más difícil fueron sus cuatro operaciones de rodilla en las que no lo pude acompañar y todas esas puertas que se le cerraron a pesar de que hacía un muy buen trabajo".

Ahora, entre tantas alegrías, ¿de qué está más orgullosa la señora Evelyn?

"De que a pesar de eso jamás se rindió y siguió adelante, con mi apoyo y el de toda la familia. Hoy recoge sus frutos", indicó.

Después de todo, esa frase de "recoger frutos" no es solo común entre peloteros.

martes, 7 de marzo de 2017

Cristóbal Colón: "Quiero convertir a Tiburones en un equipo ganador"

Cristóbal Colón manejaba por una autopista de Florida el martes con un solo deseo en mente: "Ya quiero que comience el campeonato".

No se trataba de la temporada de las Grandes Ligas, ni tampoco la de ligas menores o la de algún circuito independiente de los Estados Unidos. Colón se refería a la campaña 2017-2018 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, esa en la que se ensució el uniforme por 21 años.

Colón, quien se retiró como pelotero activo en la 2006-2007, fue nombrado oficialmente como gerente deportivo de los Tiburones de La Guaira el martes; o lo que es lo mismo para el exinfielder: recibió la oportunidad de regresar a la divisa con la que pasó los últimos nueve años de su carrera.

"Estoy feliz por la oportunidad", aseguró Colón del otro lado del teléfono. "Son muchos sentimientos, estoy muy emocionado. Soy oriundo de Vargas, sé lo que sufre el fanático. Voy a darlo todo por ver de nuevo esa sonrisa de la afición".

Colón tomará el puesto que hasta la semana pasada le pertenecía a Jorge Velandia, quien a su vez fue promovido al cargo de director general y seguirá como la principal autoridad del área deportiva del club.

No obstante, es posible que la mayor carga de trabajo recaiga sobre los hombros de Colón, pues la responsabilidad de Velandia con los Phillies de Philadelphia, novena en la que ahora funge como asesor al gerente general, es una de las razones principales por las que el conjunto escualo decidió buscar ayuda adicional.

"Velandia ha hecho una muy buena labor, pero con su trabajo con Philadelphia tiene muchas limitaciones", comentó Colón, quien aseguró que la oferta para unirse a la directiva salada se había estado cocinando por un tiempo. "Desde que me retiré el alto mando del equipo me ha tratado muy bien y me han ofrecido trabajo desde hace años, pero las cosas no se habían concretado. En algunas oportunidades incluso les mandaba reportes de scouteo gratis. Al finalizar la temporada pasada me dijeron para reunirnos y me ofrecieron el puesto".

Francisco Arocha (presidente de Tiburones), Cristóbal Colón y Antonio Herrera (vicepresidente) / Prensa Tiburones
En sus nueve campañas con los litoralenses, Colón dejó promedio de .275 con 114 remolcadas y 13 cuadrangulares. Antes de ello, el nativo de La Guaira disputó 12 zafras con las Águilas del Zulia. 

Para este nuevo cargo, o "nuevo reto en mi vida", como él mismo lo pone, Colón sabe que esa experiencia como pelotero será clave en la búsqueda del triunfo.

"Gané tres campeonatos, fui a cuatro finales, gané la Serie del Caribe en 1989. Eso es experiencia", señaló Colón, quien aseguró que en todos estos años desde su retiro no ha sido ajeno al beisbol. "Siempre he estado pendiente. No he perdido el seguimiento del beisbol. Tuve 11 años trabajando como agente. Me conoce desde Miguel Cabrera hasta Gleyber Torres".

Colón también reconoció que en el proceso de selección del nuevo gerente deportivo el alto mando escualo tuvo muy presente la opinión de Oswaldo Guillén, quien parece destinado a repetir como dirigente del equipo en la venidera temporada, a pesar de que aún no hay un anuncio oficial.

"La directiva tenía algo de temor de cómo lo iba a tomar Ozzie, pero les dije que no iba a haber problemas porque nosotros hasta jugamos juntos", indicó Colón. "Ozzie me recibió con mucho cariño. Es alguien a quien le gustan las cosas muy ordenadas, ir al grano. Es muy amigo mío. Creo que será un buen equipo de trabajo".

Un equipo de trabajo que desde ya comenzó el proceso de intentar construir el mejor conjunto posible para la venidera temporada.

"Estoy seguro de que va a haber comunicación total. Veo a Ozzie más involucrado este año, quedó con esa espinita, como decimos nosotros", continuó Colón. "También tenemos a un grupo joven y bastante interesante en la directiva, con algunos años de experiencia. Vamos a tomar decisiones todos".

Al final del día, el objetivo en común es el mismo: terminar con una sequía de títulos de Tiburones que ya alcanzó los 31 años. Para ello, Colón tiene algunas ideas, aunque no esconde que el plan estratégico está lejos de completarse todavía.

"El beisbol ha cambiado mucho. Hay que estar pendiente de muchas cosas, me estoy informando", indicó el exjugador. "Pero lo primero que hay que hacer es engranar al equipo, olvidarnos de eso de "este es el año", de si el viento está a favor. Tiene que haber compromiso de los peloteros y de todos en la organización. Quiero convertir a Tiburones en un equipo ganador".

Como pelotero, Colón experimentó ese éxito, y al igual que lo hicieron los Cubs en la pasada Serie Mundial, el nuevo directivo salado sabe que los triunfos se gozan aún más cuando tienen tiempo sin llegar.

"Los peloteros deben saber que siempre se les va a recordar por terminar esa sequía".

sábado, 3 de diciembre de 2016

Ni en aires de nupcias Stassi olvida a Tiburones

El recuerdo de Brock Stassi sigue más que presente en el Parque de la Ciudad Universitaria antes, durante y después de cada juego de los Tiburones. La marca dejada por el norteamericano en la organización guairista y su afición, apenas en poco más de un mes de relación, difícilmente será borrada.

Pero la fórmula sentimental para que cualquier relación funcione siempre ha sido muy clara: el cariño tiene que ser mutuo, y del lado salado pueden estar seguros de que son correspondidos. 

Con casi toda seguridad, Stassi pasó la noche del viernes y la mañana del sábado entre un torrencial de emociones y el típico ajetreo digno de quien está a tan solo algunas horas de cambiar su vida por completo. Aún así, el inicialista, cuya boda estaba prevista para este 3 de diciembre, se tomó el tiempo para conversar del que bien podría describirse como otro de sus amores, uno con el que quizás todavía no hay planes de matrimonio, pero con el que sí tuvo varias citas exitosas.

Los Tiburones de La Guaira.

"Amé mi tiempo con ellos", señaló Stassi, quien disputó su último juego con el equipo el pasado 16 de noviembre para poder viajar a los Estados Unidos y alistarse para el gran día con su pareja.

Stassi se estableció como un pilar en el corazón ofensivo de La Guaira / LVBP.com
Y "amar" parece ser el verbo correcto, especialmente cuando en una mañana sabatina donde el oriundo de California debía dedicar su foco absoluto a trajes, invitados y preparativos, recuerdos de su último día en Venezuela se colaban de pronto.

"Fue después de que nos informaran que el juego había sido pospuesto por lluvia", comentó Stassi sobre la reunión convocada por Oswaldo Guillén, mánager del conjunto, el pasado 17 de noviembre, cuando tenía pautado disputarse un enfrentamiento ante los Tigres en el José Pérez Colmenares de Maracay. "Ozzie le informó a todos que me iba y me agradeció por la forma en que me desempeñé. Fue un momento muy especial y algo que nunca olvidaré".

Posiblemente será algo que el mandamás escualo también dejará grabado en su memoria.

"Nunca antes había hecho un meeting para despedir a un jugador", aseguró Guillén al día siguiente. "Pero este muchacho fue especial. Se ganó sus reales bien aquí. Es un ejemplo para todos los jugadores que vienen a jugar en esta liga".

En sus 32 juegos con el uniforme litoralense, Stassi sacudió para promedio de .297 con 22 remolcadas y seis cuadrangulares, al mismo tiempo en que jugó una sólida defensa en el primer cojín. A pesar de que ya han pasado más de dos semanas desde su partida, "Mr. Brock", como fue apodado en el coso de Los Chaguaramos, llegó a la jornada de este sábado ubicado entre los cinco mejores en algunos de los principales departamentos ofensivos del club; de hecho, todavía comandaba el de jonrones, anotadas (24) y boletos (31).

Stassi, cuya primera experiencia en la LVBP con Leones fue breve, pero también exitosa, aseguró que lo vivido con Tiburones esta temporada fue distinto, aunque tuvo problemas para explicar por qué.

"Mi experiencia el año pasado fue muy buena, pero cada equipo en el que he estado es distinto", comentó el paleador, quien ligó para .304 en sus 13 duelos con los melenudos en la ronda regular anterior. "Pero no sé realmente cómo explicar ahorita en qué fue diferente. Todos los muchachos en el clubhouse de Leones me recibieron muy bien y todavía tengo a muchos amigos que juegan para ese equipo".

Sin embargo, Stassi parece haber encontrado una casa invernal por muchos años en Tiburones, una donde seguramente también será bienvenida la nueva "Mrs. Brock".

Por eso, y muchas cosas más, en plena apertura de un nuevo capítulo de su vida, Stassi se niega a cerrar por completo el de Tiburones y la 2016-2017.

"Hay un chance", indicó el primera base sobre la posibilidad de volver a uniformarse con los salados a finales de este mes o en unos eventuales playoffs. "No estoy seguro de qué tan grande sea ese chance en este momento, pero lo hay".

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Unión de sangre, pasión de Tiburón

Con sus codos apoyados sobre la baranda del dugout escualo y un puro entre sus dedos, Oswaldo Guillén Jr. admiraba la práctica de los Tiburones el pasado viernes. Un par de metros a su derecha, su hermano Oney, recostado sobre la misma barda, conversaba con viejos amigos como Wander Pérez y Johnny Celis, sonrisas iban y venían.

Ninguno parecía prestar mucha atención a los jardines, donde Ozney, el menor de los tres hermanos, buscaba elevados que viajaran a su territorio en la práctica de bateo. Quizás era un intento de no añadir presión a sus hombros, quizás simplemente no era el momento; después de todo, el pequeño de los Guillén tendría toda su atención una vez que se escuchara la voz de “play ball”.

Con sus tres hijos repartidos en el terreno, Ozzie dirigía su entrenamiento con normalidad, como si fuese cualquier otro día; solo que no lo era y la indiferencia que reflejaba su rostro fue pronto opacada por sus palabras.

“Creo que el hombre más feliz que hay en Venezuela soy yo”, señaló el dirigente escualo, cuyas declaraciones parecían indicar que por momentos había abandonado dicho rol para así enfocarse en el de padre orgulloso. “O por lo menos lo fui anoche cuando vi a mis tres hijos. Son pocas las veces que estamos los cuatro juntos, por muchas razones”.

Con escasas horas en el país, Oswaldo Jr. y Oney también mostraban una actitud de “no se trata de la gran cosa”, hasta que llegó el momento de hablar. De tal palo tal astilla, dirían por allí.

“Es una cosa bonita. Tenemos la oportunidad de estar en Venezuela en familia”, señaló Oswaldo Jr., el mayor de los hijos del mandamás. “Y además, el orgullo de ver a mi papá dirigir a Ozney…es algo que quizás nunca se repita”.

Si alguien sabe lo difícil que puede ser coincidir con tu padre en tu terreno como jugador-mánager es Oney, quien años atrás intentó uniformarse con La Guaira, a pesar de que Ozzie no estaba ni cerca de ser el timonel en aquel entonces.

“Estaba listo para debutar con el equipo grande, recuerdo que me habían puesto de fecha el 27 de diciembre, y entonces me lesioné uno de mis cuádriceps”, recordó Oney de aquella experiencia en la Liga Paralela, misma que hoy le permite aconsejar a su hermano. “Lo que le dije a Ozney es que apreciara lo que iba a vivir, que no llegara con la mente cerrada. Digan lo que digan, vas a sentir presión porque viene con el apellido, pero es parte de la vida y le dije que pasara lo que pasara su familia lo iba a apoyar. Uno no le pidió nada de esto a Dios. Por ser hijo de Oswaldo la gente lo va a pitar más posiblemente, pero lo mismo le pasa a ‘Cafecito’ (José Martínez, hijo de Carlos ‘Café’)”.

La preocupación de Oney por la comodidad de su hermano fue tal que llegó a conversar con varios de sus excompañeros y amigos en un intento por hacer más sencillo el camino.

“Todos los compañeros que tiene mi hermano ahorita fueron mis compañeros también o roommates como ‘Cafecito’, Gregory Infante, Celis, Wander Pérez, amigos míos a los que les pedí que lo cuidaran para que estuviera bien”, contó Oney. “Pero gracias a Dios ha encajado, tiene su respeto. A veces es una situación complicada por quién es nuestro papá, pero creo que Ozney lo ha manejado muy bien”.

Es una preocupación que compartía Oswaldo Jr., quien hoy también se enorgullece al ver cómo Ozney se ha comportado a la altura de la situación.

“Lo que ha hecho en la Liga Independiente, lo difícil que se le ha hecho recibir una oportunidad, tener el chance de venir a Venezuela, hacer el equipo a pesar de que se recuperaba de una lesión, debutar y hacerlo de la forma en que lo hizo”, señaló Oswaldo Jr. sobre Ozney, quien se estrenó con imparable en su primer turno el pasado 8 de noviembre. “Ser el hijo de Oswaldo no lo ha hecho más fácil, además está en un beisbol de un nivel bien alto. Verlo jugar tan cómodo como lo ha hecho, estoy muy orgulloso de él”.

Oswaldo Jr., Ozney, Ozzie y Oney se reencontraron en la UCV / Andrés Espinoza
Dicho aplomo mostrado por Ozney, ese que tanto elogian sus hermanos, es posiblemente una de las claves para su buen desempeño en el terreno hasta los momentos, aunque el margen aún sea pequeño. Tras sus primeros ocho turnos en el circuito, el jardinero de 24 años de edad acumuló promedio de .500 con un doble, una anotada y otra remolcada.

“Siento admiración, respeto, orgullo de que haya podido cumplir una meta y que no solo esté aquí por ser el hijo de Ozzie Guillén, sino porque se ha ganado su puesto”, continuó Oney. “Cuando le han dado la oportunidad le ha ido bien y tiene el respeto de sus compañeros que es lo más importante. A mí me hubiese encantado poder jugar con el equipo grande. Que Ozney pueda hacerlo es increíble y hasta celoso estoy”, añadió entre risas.

Pero la experiencia que les está regalando el beisbol y Tiburones a los Guillén es demasiado especial como para pasar mucho tiempo conversando de números o de un desempeño en el terreno. Tanto Oswaldo Jr., como Oney, tienen sus vidas hechas en la ciudad de Chicago y pronto partirán de regreso.

“Oswaldito está casado y cuando uno está casado la mujer es la que manda, aunque los hombres digan que no”, señaló Ozzie con una sonrisa. “Le dieron permiso para que viniera por una semana y la mamá está gozando”.

Una mamá, la señora Ibis, quien estuvo presente en el estreno de Ozney y que guardó la pelota de su primer hit, no sin antes mostrarla orgullosamente desde su asiento.

“Mi mamá no era tan fanática cuando estaba jugando mi papá, pero ahora con Ozney, por ser su hijo, lo vive todo con más intensidad. Creo que son cosas de la vida que debes compartir. Piensas que vas a vivir este momento por siempre, pero es algo que quizás no ves nunca más. Es algo escrito en la historia”, expresó Oswaldo Jr.

A pesar de su venidera partida a los Estados Unidos, los dos mayores de los Guillén no ignoran un posible regreso a Venezuela, ni tampoco un futuro ligado a Tiburones.

“En este momento no es una meta porque no estoy trabajando en el beisbol ahorita”, comentó Oswaldo Jr. sobre la posibilidad de formar parte de la directiva escuala en algún punto. “Estoy terminando una maestría y trabajo en el mundo de las finanzas en Estados Unidos, pero uno de mis mejores amigos es Jorge Velandia, gerente del equipo, así que quizás en un futuro cuando el momento sea correcto. Aquí no es nada fácil ser gerente, lo sé muy bien porque mi amigo (Luis) Amaro es directivo de las Águilas. Obviamente también me tendría que mudar a Venezuela y hablarlo con mi esposa, pero me encantaría. Si volviera a trabajar con un equipo de beisbol, la primera opción sería Tiburones, una divisa que quiero tanto y a la que le debemos tanto”.

Oney, por su parte, admitió que ya ha comenzado a pavimentar ese camino.

“Mi hermano (Oswaldo Jr.) y yo somos parte de la directiva de Tiburones, lo que pasa es que no nos pagan”, indicó Oney antes de mostrar una sonrisa. “Cuando la gerencia del equipo va a Chicago nos reunimos. Estemos donde estemos siempre andamos pendientes de Tiburones. Es algo que nos nace, que nos importa, que nos duele”.

En cuanto a la experiencia familiar fuera del coso de Los Chaguaramos, Ozzie tiene sus críticas.

“Lo único malo de que estén mis tres hijos aquí es que lo único que se habla es de pelota”, comentó el dirigente campeón de la Serie Mundial en 2005. “Y Oswaldito que también habla de política. Han sido unas conversaciones pésimas en las últimas horas”.

Los hermanos Guillén se declaran culpables.

“Mi mamá nos pidió la otra vez que cambiáramos el tema del beisbol porque estábamos en familia”, contó Oswaldo Jr. “Hablamos de cómo va a jugar Ozney, de que tampoco lo puede jugar mucho y quitarle oportunidades a otros. En fin, con amantes del beisbol como mi hermano Oney y como yo son cosas que siempre se van a hablar. El beisbol siempre será parte de lo que todos hacemos, siempre estará en la conversación, pero también es bonito estar aquí y compartir con toda la familia. Es gracias a los Tiburones que estamos haciendo todo esto”.

¿La mejor parte para los Guillén? Esta temporada quizás haya sido solo el comienzo de una experiencia que se haga rutina a final de cada año.

“No creo que esto sea cosa de un año”, señaló Oney con respecto al cargo de su padre como mánager salado. “Siempre que mi papá esté feliz, y créanme que lo está en este momento, nosotros también lo estaremos. Las cosas han marchado muy bien y todo ha sido positivo”.

De este primer capítulo en la pelota venezolana para los Guillén, el final de película no está garantizado, pero mucho menos descartado.

“Ojalá el equipo siga ganando, lleguemos a enero y haya un trofeo para que la fiesta sea más grande. Es una cosa que la pones casi allí con ganar una Serie Mundial. Si convives con mi papá todos los días y sabes lo que piensa, está muy agradecido con el equipo y la gerencia, quiere darles ese título. ¿Qué más le hace falta a Oswaldo Guillén? Como pelotero, coach y mánager habrá cumplido todas sus metas y nosotros felices. Sería algo muy bonito”, cerró Oney.